Põlva, en el sureste de Estonia, se enorgullece de su escuela secundaria pública insignia, la primera del país con una huella de carbono cercana a cero. Polva Gümnaasium es un proyecto europeo que ofrece soluciones energéticas sostenibles que van desde la elección de los materiales de construcción, como la madera, hasta la gestión de este edificio inteligente.
A pesar de la crisis energética que afecta hoy a Europa, el funcionamiento del edificio hace que su consumo de gas, electricidad y agua siga siendo muy bajo.
“Nuestra escuela de energía neutra significa que tenemos paneles solares alrededor de 140 en el techo y las aulas están en el lado sur para que podamos usar la mayor parte del sol”, explicó Marit Oimet, maestra y gerente de vida escolar en Polva Gümnaasium. . “[Tenemos mucha] madera que la hace sentir realmente acogedora y cálida, como si te abrazara”.
Todas las fuentes de energía en la escuela son verdes. Algunos son más evidentes, como los 144 paneles solares, que producen 37,4 kWh.
Otros son más sutiles, como las persianas que suben o bajan automáticamente según la luz, y que ayudan a regular la temperatura interior.
El edificio, que data de la época soviética, fue completamente reconstruido en 2016 y Kuldar Leis, ex presidente del municipio de Põlva, fue el hombre detrás de la idea.
“Aquí en una ciudad pequeña, es un gran paso”, dijo a Smart Regions. “Tenemos un sistema de ventilación muy efectivo. Después de todo, recolectamos agua de lluvia y la usamos en nuestro sistema. Y finalmente, usamos calefacción urbana… (la calefacción) es agua caliente”.
El presupuesto total de este proyecto superó los 5,7 millones de euros, con una aportación de la Política de Cohesión Europea de 4,9 millones de euros.
Motivar a profesores y estudiantes por igual.
Más de 260 estudiantes y profesores se benefician del proyecto, dice Polva Gümnaasium. La escuela también está abierta a la comunidad local para conciertos, reuniones y otros eventos.
Todas las bombillas son LED y se eligieron materiales naturales en sustitución del acero y el hormigón, que generan CO2. La arquitectura bioclimática, el aislamiento térmico y la iluminación inciden en la motivación de alumnos y profesores.
“Creo que el entorno que me rodea me ayuda a aprender mejor porque gracias a esta escuela me he vuelto más consciente de los temas ambientales”, reveló Laura, quien es alumna de la escuela.
“Por ejemplo, apago más las luces, no las dejo encendidas, reciclo más y también reutilizo muchos materiales”.
Este proyecto se ha utilizado como modelo tanto dentro de Estonia como en el extranjero y recientemente fue reconocido como uno de los mejores proyectos europeos en los Premios REGIOSTARS 2022.